El salto

Ya ha llegado.

El momento que todo el mundo me decía que compensaría las horas con el culo pegado a la silla pasadas y las que me quedan por pasar.

Las asignaturas que no tenían nada que ver con aquello a lo que yo quería dedicarme.

Los trabajos que no me interesaban.

Todo eso.

Llegó el salto al hospital :)

Cuando por las mañanas aterrizo en el recinto hospitalario, un escalofrío de emoción me recorre de la cabeza a los pies.

Cuando salgo de la Unidad Docente a las prácticas o viceversa con mi bata blanca, mi tarjeta identificativa y mi fonendo colgando del cuello, experimento tal sensación de alegría que me pondría a saltar y a gritar si no fuera porque me vería mucha gente.

Esto es lo que quiero.

A esto quiero dedicarme.

Es extraño, sin embargo. 

No me siento médico al completo, evidentemente. No lo soy. 

Pero tampoco me siento estudiante al completo. No estudiamos en la Facultad, no vemos a gente de otras carreras pasar por delante, vamos a la cafetería y en vez de estudiantes con mochila hay médicos de guardia vestidos de blanco y enfermeros vestidos de azul. Pero seguimos teniendo un mundo por aprender (en realidad, espero no dejar nunca de tener un mundo por aprender), seguimos teniendo clases, exámenes y trabajos. 

Sigo teniendo comisión, sigo cogiendo apuntes en todas las clases, sigo llenándolos de color con los bolígrafos y subrayadores que ya sabéis que tanto me gustan :P

Estoy en el hospital, sí. 

Pero a mis espaldas dejo tres fantásticos años en la Facultad, tres años que, si estáis en cursos anteriores o todavía no habéis entrado a la uni, os recomiendo que exprimáis al cien por cien y los guardéis como oro en paño en el baúl de los recuerdos.

Son la vida universitaria de verdad: rodearos de gente de otras carreras, quejaros de las clases que no os gustan con vuestros amigos, perderos por el campus solos o en compañía, emocionaros cuando estrenéis la bata blanca, romperos la cabeza y tiraros de los pelos cuando no entendáis la fisiología del riñón o del corazón (a mí el corazón me saca de mis casillas, creo que ya os lo he comentado en algún momento). Aprended a estudiar, disfrutad y al mismo tiempo desesperaros con los trabajos en grupo (suele pasar; al menos es mi experiencia), comed en la cafetería, id a tomaros algo en las horas libres, ocupad las taquillas, comprad en las máquinas expendedoras, invitaros entre vosotros a tomar café/ chocolate...

Porque parece que no, pero los tres años se pasan.

Y un día te das cuenta de que ya no están ahí, no van a volver, y menos mal que los disfrutaste.