jueves, 2 de febrero de 2017

Ya es suficiente

¿Alguna vez habéis tenido la tentación de montaros en la máquina del tiempo y pulsar el botón "futuro"?

No sé si a alguien más le pasa, a mí me pasa.

Tropecientas horas en el escritorio estudiando, durante las cuales me da tiempo a disfrutar pero también a hartarme de estar sentada, de memorizar clasificaciones que habrán cambiado para cuando yo llegue a ejercer, de verme obligada a completar apuntes que no están como deberían, de los madrugones, de la tensión continua...

Mucho tiempo en el entorno hospitalario, tanto de estudiante en prácticas, en la cafetería o en las aulas. Demasiado tiempo viendo mi futuro yo.

Se hace difícil no caer en el "cuando sea residente", "cuando ya no tenga que estudiar tantas horas seguidas", "cuando gane mi propio sueldo" y etc etc etc... Seré más feliz. 

Es la meta a la cual me agarro cuando estoy tan cansada que no me veo capaz de leer una sola página más pero tengo que seguir.
Cuando mis amigos o primos mayores hablan de viajes, alquileres de pisos y planes de fin de semana y yo sigo estudiando. 
Cuando me siento una intrusa en el día a día hospitalario del cual ni me entero ni participo.

Eso me sume en una espiral de nerviosismo continuo que me hace querer tirarme de los pelos. 

Pero, cuando la tempestad de los exámenes termina y da paso a la calma de las vacaciones, tengo más espacio (¡por fin!) para enfocar mi vida con otra perspectiva. 

Y qué coño. Anda que no tengo cosas por las que alegrarme.

Soy la última mona del lugar en el que sueño con trabajar, tengo da la impresión de saber un poco de todo y no comprender nada en profundidad, cuando me preguntan "¿qué quieres ser de mayor?" (algún día escribiré una entrada sobre esto) me dan ganas de responder "solo sé que tengo un sueño por cumplir y mucho miedo en el cuerpo".

Pues sí.

Y también tengo una ilusión que me impulsa a seguir luchando, tengo una vocación que me llena como nunca, he vuelto a escribir en el blog y no recibo más que comentarios estupendos, me miro al espejo y estoy orgullosa de mí.
Empiezo a saber resolver casos clínicos, mantengo la calma mucho mejor delante de los pacientes, veo Anatomía de Grey y les entiendo de verdad. 
Disfruto estudiando más que nunca porque ahora soy mucho más capaz de relacionar conceptos, y el mapa mental que son los pacientes empieza a cobrar sentido. 

No es perfecto, pero es mío y es más que suficiente. 
De hecho, es tan genial que me hace sonreír.



Ya es suficiente. Aquí y ahora, ya es suficiente.